De acuerdo con el CIO
Executive Board (2013) en su documento acerca de los retos para los líderes de
TI 2013-2017 en el nuevo entorno de trabajo, dominado por la computación en la
nube, las redes sociales, la computación móvil y la información (HOWARD,
PLUMMER, GENOVESE, MANN, WILLIS y SMITH 2012), manifiesta que la seguridad de
la información deberá dedicarse más a la comunicación de los riesgos con sus
socios de negocio y a generar una cultura de comportamientos seguros, es decir,
acompañar a las áreas en la anticipación de los riesgos emergentes y a formular
estrategias para sensibilizar e interiorizar la distinción de la información
como activo estratégico de la empresa.
Así las cosas, este nuevo
entorno nos reta a configurar una distinción de seguridad de la información,
que asuma las contradicciones propias de esta realidad: conservar lo que
tenemos, pero avanzar, combinar lo que tenemos con lo nuevo, entre otras, para renovar
la esencia de la seguridad de la información corporativa, más allá de un
discurso gastado de “miedo, incertidumbre y dudas”, por uno donde la protección
no es algo impuesto, sino un comportamiento natural para avanzar en la
eficiencia del mundo interconectado y sin límites.
Para entender esta nueva
realidad, los académicos KÁGANER, ZAMORA y SIEBER (2013), en su artículo
denominado “Cinco habilidades del líder digital”, establecen elementos básicos
de la mentalidad digital requerida en este tipo de entornos y el concepto de “densidad
digital” como fundamentos para reconstruir la realidad actual, que como ellos
mismos anotan: “(…) está modificando las fronteras de la competencia y las
fuentes de valor para el cliente. (…)” y por tanto, la distinción misma de
seguridad de la información, como factor clave en la ecuación de valor que las
compañías actualmente tienen.
Según los autores la “densidad
digital” se define como: “el número total de personas, cosas y procesos con
conexión persistente a internet en una unidad de actividad social, como una
organización, mercado, país o planeta. (…)”, es decir se crea un nivel de
conceptualización basado en la realidad digital que enriquece el entendimiento
y exigencia de las personas, así como la complejidad de las nuevas opciones que
de ella surgen.
En este contexto la densidad
digital aumenta la capacidad del ser humano para captar y medir las facetas de
los individuos, cosas y procesos, es decir, se desarrolla una habilidad para
reconocer y construir una visión aumentada de lo que somos, la cual es tan
dinámica como las conexiones que se establecen de manera persistente. En
consecuencia, las tecnologías emergentes relativas a servicios móviles,
analítica de datos y experiencias emergentes basadas en interrelaciones
colaborativas, ponen de manifiesto la línea visible entre el mundo físico y el
mundo virtual.
La densidad digital habilita
a sus actores para, como anotan los investigadores, “ejercer su autonomía,
creatividad e iniciativa”. Esto es, los lanza para que desarrollen su capacidad
para influir y determinar aspectos de la realidad que comparten, destruir sus
limitaciones autoimpuestas para experimentar en un campo abierto y sin
fronteras como es la red, y capitalizar iniciativas, ideas o reflexiones como
forma natural de manifestar su impronta en un espacio de creación y
colaboración conjunta, donde la noción de control no se sujeta a jerarquías,
sino a aportes y disrupciones que hacen de su entorno un lugar único y lleno de
oportunidades para los que participan.
Así las cosas, la densidad
digital es un concepto, que se encuentra por encima de las estructuras
tradicionales de análisis estratégicos, que nos habla de las personas, los
procesos y la tecnología, para sumergirnos en una propiedad emergente y propia
de los ecosistemas tecnológicos, que antes no era evidente y que ahora hace
parte de los activos claves y críticos de las empresas que realmente quieren
continuar avanzando más allá de los nuevos retos tecnológicos.
Esto supone un cambio de
mentalidad, que de acuerdo con los autores, requiere una revisión profunda de
nuestra forma de pensar y razonar, es decir, someternos al ejercicio de
contradicción permanente, que incomoda y nos aleja de la lógica natural, para
concebir una vía alterna de pensamiento fundada en esa realidad interconectada
y digital que muchas veces nos desborda.
Una mentalidad digital es la
respuesta de los académicos para este nuevo reto empresarial, una mentalidad
dominada por las contradicciones de la siguiente forma: (idem)
- Aporte una visión… pero ceda poder a los demás.
- Ceda el control … pero diseño opciones.
- Mantenga … pero sea disruptivo.
- Apóyese en los datos … pero confíe en su intuición.
- Sea escéptico … pero abierto de mente.
Todas estas consideraciones
de la mente digital nos dicen que las personas y su densidad digital propia,
son capaces de servir de puente entre lo viejo y lo nuevo, son el eslabón para
crear el futuro diferente e innovador, que considera las operaciones actuales y
sus conceptos de rentabilidad, pero igualmente desarrolla y funda las bases de
la nueva ecuación de valor de un modelo combinado de negocio.
Imaginar el futuro, es una
apuesta que cada persona, en el contexto de su densidad digital elabora. Un
ejercicio de ensayo y error, un escenario de pruebas controladas y no
controladas, que combinan lo mejor de la analítica de los datos, con la
intuición personal, para ser escéptico ante los inamovibles y con mente abierta
para incorporar modelos poco ortodoxos, que generen incomodidad y rebeldía
conceptual dentro de las “verdades” propias de los negocios actuales.
Así las cosas, la realidad
digital actual y futura, es una invitación para cambiar el paradigma actual de
las organizaciones, quienes poco a poco deberán fusionar sus viejas prácticas
de conocimiento, estrategia, seguridad y control, para migrar a la realidad de
la densidad digital donde ahora el referente real, está incorporado dentro de
un colectivo con vida propia y propuestas emergentes, que van más allá de la
creación de una cultura o submundo, para constituir una nueva capa de análisis
empresarial, donde las iniciativas digitales, vulnerables por naturaleza, deben
ser protegidas y capitalizadas, para crear el nuevo entorno de contradicción
estratégica requerida para avanzar en el mundo de hoy
La inseguridad de la información renovada
Ahora bien, la inevitabilidad
de la falla, como quiera que es una propiedad inherente a cualquier condición y
elemento humano, social o tecnológico, no es ajeno a esta nueva realidad
motivada por la densidad digital. (CANO 2013)
Una falla en el contexto de
la densidad digital, podrá tener efectos inesperados, algunos positivos y otros
negativos. Por un lado, las personas estarán expuestas a la erosión progresiva
de su privacidad, un fenómeno que entre los nativos digitales pareciera normal,
pero que en los “convertidos digitales – léase los nacidos luego de los 70’s”,
es un derecho que debe ser salvaguardado y asegurado, como bien propio y
personal, una expresión de custodia de información, que si bien procura
compartir, también restringir lo que sea necesario.
La densidad digital supone un
conocer y compartir información de manera permanente para generar nuevas
experiencias que superen la realidad física y aumente el valor percibido por la
persona. En este sentido, los datos son al mismo tiempo un activo valioso, que
al ser sometido a la realidad de la analítica y los patrones, es capaz de
descubrir e impulsar la transformación digital de una empresa, y una materia
prima para cultivar las paradojas de la mentalidad digital que motive en los
directivos y clientes el descubrimiento de productos nunca antes pensados.
Habida cuenta de lo anterior,
la inseguridad de la información se renueva y se acentúa toda vez que ahora,
ella no sólo habita en las relaciones propias de la tecnología, las personas y
los procesos, sino en una capa intangible de valor empresarial, cuyas
relaciones no son claramente conocidas ni estudiadas, las cuales pueden afectar
la realidad empresarial de manera sensible, pues está de por medio la tradición
del mundo físico y la nueva faceta de la organización en el mundo digital.
Esto es, los negocios
fundados en el mundo físico, no van a cambiar en su esencia. Es decir, el taxi
te llevará de un lugar a otro, deberás ir a la tienda para probarte un par de
zapatos, entre otros, pero lo que hará la diferencia, estará en la capa digital
emergente construida desde el colectivo al que perteneces o con el cual
interactúas, el cual te dará una vista aumentada de las posibilidades que
puedes tener y es allí, donde al enfrentar el mundo físico con el digital,
habrá nuevas oportunidades para inseguridad de la información para ofrecernos
una nueva lección sobre la sabiduría del error, que aún no podemos advertir con
claridad.
Detalla ROWSELL-JONES (2013)
que “las capacidades digitales surgen al combinar de manera innovadora (…)” el
mundo físico y el digital: “(…) extraemos información de los recursos físicos y
la integramos con los digitales (…)”. Esto supone, que habrá interacciones
conocidas y otras agregadas, que poco a poco deslindan el mundo físico del
digital, para que prevalezca al final este último.
Si esto es así, la inseguridad
de la información y los impactos que se tendrán de una falla materializada
sobre una capacidad digital, irán más allá de una vulnerabilidad sobre un
producto o servicio, sino que afectará la percepción y la forma de crear
experiencias que potencien el modelo de negocio de la empresa. Esto es, la inseguridad
de la información será la responsable de la forma como la organización
capitaliza o no las relaciones emergentes que la capa digital le puede ofrecer.
En este sentido, se hace
necesario estudiar con mayor detalle, esta nueva capa digital emergente, fruto
de la densidad digital previamente revisada, para encontrar nuevos focos de
realidades asimétricas de la inseguridad de la información, como quiera que los
modelos de negocios digitales, serán parte de los “nuevos normales” de las
empresas en los próximos años.
Reflexiones finales
La seguridad de la
información en esta realidad digital, donde las conexiones definen el nuevo
mandante del tratamiento de la información, mantiene sus principios
fundamentales de confidencialidad, integridad y disponibilidad, como fundamento
de la interacción, no obstante, se deben renovar ahora en un ambiente dinámico
y cambiante, que permita una vista de afuera hacia adentro, que reconozca un
mundo exterior de variables y amenazas emergentes, para identificar realidades
internas que permitan encontrar puntos de mejora, que reten a la inseguridad
misma.
De otra parte, las
interacciones que se definan o surjan de la nueva capa digital, deberán atender
los principios de diseño confiables, es decir, deberán ser sencillas,
naturales, livianas y efectivas, para que no se contaminen del caldo de cultivo
de la inseguridad que es la complejidad, que leído en clave cibernética, se
traduce es carecer del requisito de variedad para entender la realidad y
alcance de la relación.
Las capacidades digitales de
las empresas cada vez son mayores, algunas con potencialidades definidas y
otras sin objetivos concretos. En este sentido, el estudio de la inseguridad de
la información en este contexto, deberá superar el enfoque y mentalidad actual
de las organizaciones, para preparar el terreno y fundar un nuevo entendimiento
de la inevitabilidad de la falla con una mentalidad digital, es decir, en una contradicción
permanente que descubre en la densidad digital, una forma de asegurar la
ventaja competitiva de las organizaciones del siglo XXI.
Referencias
KÁGANER, E., ZAMORA, J. y
SIEBER, S. (2013) Cinco habilidades del líder digital. IESE Insight. No.18. Tercer trimestre.
ROWSELL-JONES, A. (2013) Su
empresa también tiene ventaja digital. IESE
Insight. No.18. Tercer trimestre.
CEO EXECUTIVE BOARD (2013) The future of IT, 2013-2017. Resumen disponible en: http://www.executiveboard.com/exbd/information-technology/future-of-it/impact/index.page?#tab2
(Consultado: 6-10-2013)
HOWARD, C., PLUMMER, D., GENOVESE, Y., MANN, J., WILLIS, D. y SMITH, D.
(2012) The nexus of forces: Social, mobile, cloud and information. Gartner Research. Disponible en: http://www.gartner.com/DisplayDocument?doc_cd=234840
CANO, J. (2013) Inseguridad de la información. Una visión estratégica. Alfaomega.